RESERVÁ EN NUESTRO LODGE

TARIFAS DE PROGRAMA STAY

RESERVÁ VISIT

TARIFAS DE PROGRAMA VISIT

Joseph y Jessie Masters supieron enfrentar los desafíos de estas tierras para llegar a las profundidades de la Patagonia en un viaje de descubrimiento.
Mantenemos vivos sus espíritus pioneros que, con enorme esfuerzo y constancia, convirtieron en hogar a este lugar indómito y solitario.

UN VIAJE DE DESCUBRIMIENTO

1880

El origen de esta historia nace en la década de 1870, cuando el crecimiento industrial de Europa y Estados Unidos comenzó a demandar materiales de alta calidad provenientes de otras regiones. Rápidamente, el mundo se dividió en dos: las naciones industrializadas y los países con valiosos recursos naturales que podían abastecer la producción con diferentes materias primas como carne, cuero y lana, entre otras.

1884

Con el objetivo de incentivar la inmigración hacia la Patagonia más remota, el gobierno argentino habilitó el arrendamiento de tierras destinadas a la producción de lana de oveja, solicitando requisitos mínimos. En la provincia de Santa Cruz, lo habitual era arrendar 20.000 hectáreas durante 30 años, a cambio del pago de impuestos.

1900

Percival Masters y su esposa Jessie, llegaron a Río Gallegos, en la costa atlántica de la provincia de Santa Cruz. No pasó mucho tiempo hasta que encontraron trabajo en un rancho en el que aprendieron habilidades ganaderas relacionadas con la cría de ovejas.
Años más tarde, su familia creció y comenzaron a escribir su propia historia como pioneros de estas tierras.

1904

Junto a los dos hijos de los Masters, Herbert (1902) y Cristina (1904), nació la esperanza de construir un nuevo lugar: el sueño de un hogar, de “un rancho propio”. Como aún había tiempo de reclamar tierras en el lado Oeste del país, la familia decidió mudarse de Río Gallegos a la región del Lago Argentino.

1914

La familia Masters se instaló a orillas del Lago Argentino, cerca de lo que hoy se conoce como Boca del Diablo. Sin embargo, las historias que circulaban sobre el valle del Río Caterina, divulgadas por Prichard – un periodista inglés en busca del Milodón-, los incentivaron a mudarse allí.
Luego de un tiempo, Percival, Jessie, Herbert y Cristina inauguraron la Estancia de los Masters en lo más remoto del valle y adquirieron el “César”; un barco a vapor que les permitió comunicarse con El Calafate y los pueblos aledaños.

1916

Joseph y Jessie enviaron a Herbert a estudiar a Buenos Aires, mientras que Fred Wilding, el hermano de Jessie, llegaba al rancho para ayudar con los nuevos quehaceres. Para ese entonces ya contaban con 12.000 ovejas, dos lanchas a motor y dos camionetas destinadas a transportar lana.

1924

Mientras la familia llevaba adelante de forma exitosa el negocio de la cría de ovejas, ocurrió un hecho trágico: su hija Cristina, una joven muy enérgica que solía disfrutar de sus tareas diarias en el campo, contrajo neumonía y falleció a la temprana edad de veinte años. En su memoria, la familia decidió rebautizar a la estancia con el nombre que conservamos hasta el día de hoy, como parte del legado y la historia del lugar: Estancia Cristina.

1937

Argentina fundó el Parque Nacional Los Glaciares con el objetivo de preservar el patrimonio natural de la Patagonia. Dado que Estancia Cristina se encuentra dentro de sus límites, la Administración del Parque Nacional se encarga, hasta el día de hoy, de supervisar sus actividades.

La fundación del parque hizo que los Masters abandonen el sueño de ser dueños legales de la tierra. Sin embargo, el Parque Nacional les otorgó, tanto a ellos como a sus hijos, permisos de ocupación exclusivos bajo los cuales podrían vivir y trabajar en la tierra con la condición única de nunca vender la propiedad. En el caso de no existir futuros descendientes, el lugar sería puesto a disposición del Servicio de Parques Nacionales.

1962

Luego que una impiadosa tormenta estuviera a punto de convertirse en una tragedia para el barco a vapor “César”, Herbert Masters y su carpintero, Mansilla, decidieron que era hora de construir una nueva embarcación. Para esto, utilizaron diseños extraídos de “Mecánica Popular”; una revista que se entregaba periódicamente en la estancia. Para construir una embarcación más rápida y segura, importaron un motor proveniente de Estados Unidos: así nació “La Cristina” o “La Cristinita”. Aún hoy podemos visitarla dentro de los dominios de Estancia.

1966

Por prescripción y sugerencia médica, la escocesa Janet Hermingston arribó a Estancia Cristina para asistir a Jessie Masters.
Rápidamente, Janet desarrolló un inmenso cariño por el lugar y, siendo que también tenía un muy buen vínculo con toda la familia, poco a poco se unió a Herbert en la administración de la estancia.
Luego de los fallecimientos de Percival y Jessie, ambos en 1997, Herbert y Janet continuaron adelante como únicos administradores de la tierra.

1982

Después de muchos años de compañerismo, Herbert y Janet contrajeron matrimonio. Dos años más tarde, el fallecimiento de Herbert convirtió a Janet en la última heredera. Fue ella quien decidió destinar la estancia para el turismo, ya que muchos escaladores y aventureros visitaban el valle; además que la ganadería estaba en declive.

1997

Con el apoyo de sus amigos alpinistas, Janet remodeló la estancia tratando de cumplir con los requisitos del Parque Nacional Los Glaciares para convertir el lugar en un destino excepcional. Retiraron todo el ganado y modificaron el permiso de “Exploración y Pastoreo” para adquirir el de “Explotación Turística”. Janet estableció una sociedad legal junto a sus amigos, quienes la acompañaron y cuidaron hasta sus últimos días.

1996

El fin de los herederos de los Masters llegó con la partida de Janet, a la edad de 93 años. Hoy, el terreno pertenece al Servicio de Parques Nacionales, y ESTANCIA CRISTINA S.A. gestiona las operaciones del permiso otorgado.

2022

A partir de la asociación que creó Janet, Estancia Cristina comparte con sus huéspedes y visitantes el espíritu de esta familia pionera que logró conquistar cada desafío con esfuerzo, dedicación y mucho amor.